Por los pasillos destrozados del poder en Brasilia circula fuertemente la versión de que Lula sabía que los bolsonaristas que estaban pidiendo el golpe de Estado frente a los cuarteles desde hace dos meses lo intentarían con sus propias manos. De esa manera, Lula viajó a una ignota localidad en las afueras de San Pablo y los más altos jefes militares dejaron que se consumara el asalto. Ahora, dicen, “pueden descabezar a los golpistas sin mayores problemas” y deshacerse de miles de manifestantes que permanecían en las calles y constituían una bomba de tiempo.
Ponen como ejemplo que cuando comenzó todo, alrededor de las cuatro y media de la tarde de este domingo, cualquiera que quisiera subir la rampa del Congreso Nacional para pedir un golpe de Estado y lanzar piedras contra los ventanales, no tendría ninguna dificultad para hacerlo. Los bolsonaristas que llevaban ya casi dos meses frente a los cuarteles pidiendo la intervención de los militares pudieron entrar a la Plaza de los Tres Poderes sin encontrar ninguna resistencia. Hasta se llenó de vendedores ambulantes con carritos vendiendo agua y jugos. Cuando la Policía Militar lanzó algún gas lacrimógeno y un helicóptero comenzó a sobrevolar el lugar, ya era imposible controlar a la multitud. Unos pocos policías que estaban frente al Palacio de Justicia recibían los insultos de los golpistas sin inmutarse. A otro grupo de soldados que estaban en el ministerio de Defensa también les gritaron y asediaron, pero no hubo reacción. Incluso, hay videos subidos a las redes, donde los bolsonaristas conversan amablemente con los policías que supuestamente tenían que reprimirlos. Todos coinciden, no había ninguna orden de actuar.
También es cierto que no se puso en práctica el protocolo que estaba previsto para estos casos. Un documento oficial de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSP-DF) confirma que hubo negligencia de la Policía Militar (PMDF) durante los actos registrados en Brasilia, según reveló el sitio de noticias Metrópoles. El documento especifica que correspondía a la PMDF mantener el orden e impedir la entrada de los extremistas a la Praça dos Três Poderes. ¿Negligencia, dejar hacer o hacerlo a propósito? Las fuentes de Brasilia consultadas por Infobae creen que los máximos jefes policiales y militares sabían lo que estaba sucediendo y dejaron que explote la situación en manos de sus subordinados que no tenían esa información. Ellos permanecen prescindentes y ahora tienen las manos libres para terminar de limpiar de bolsonaristas las calles de las principales ciudades.
También se deshicieron sin mayores costos, en la mañana de este lunes, de otros miles de bolsonaristas que acampaban frente a los cuarteles. Una vez consumado el asalto, acabaron con la resistencia en apenas unas horas y detuvieron a 1.200 personas. Esto es una acción contundente contra la base principal de los golpistas que ahora quedan muy debilitados. También va a quitar fuerza a la poderosa bancada de legisladores bolsonaristas que comenzarán a tener procesos judiciales en su contra por haber apoyado el golpe.
Desde que comenzó el asalto a los palacios del gobierno en Brasilia se sucedieron las comparaciones con lo ocurrido el 6 de enero de 2021 en Washington. Hay muchas coincidencias y, sin duda, los bolsonaristas se inspiraron en las acciones de los trumpistas dos años atrás. Los investigadores del ministerio de Justicia del gobierno de Lula da Silva también aprendieron del accionar de sus pares estadounidenses. Desde el primer momento del asalto están recolectando los videos y mensajes que se difundieron ampliamente en las redes sociales. La gran mayoría fueron subidos por los mismos asaltantes y de esa manera se autoincriminaron. Como sucedió con los trumpistas, en los chats de Telegram los organizadores les advirtieron que los sacaran del aire de inmediato. Pero ya era tarde. En este momento hay decenas de informáticos de la justicia brasileña recopilando las pruebas para comenzar con las detenciones. Ya tienen a unos 400 que fueron encontrados infraganti dentro de las oficinas del gobierno. Se cree que podría haber otros 200 o 300 más de fácil identificación.
Los fiscales también están sobre la ruta del dinero, la que lleva más rápido y en forma más directa hasta los máximos responsables de lo sucedido. Están revisando las transferencias de varios legisladores bolsonaristas a clubes de sus seguidores que acampaban frente al cuartel general del Ejército, en Brasilia, desde hace 70 días, pidiendo la intervención de los militares y el desconocimiento del resultado de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. También las contrataciones de los micros que llevaron a los golpistas desde allí hasta la sede central del gobierno en el corazón de Brasilia.
En tanto, todas las miradas están puestas sobre Jair Bolsonaro, a quien desde el presidente Lula hasta los brasileños de a pie consideran el máximo responsable de lo sucedido. Como sabemos, se escapó dos días antes de la entrega del poder y desde entonces se encuentra en la casa de un ex campeón de lucha libre en Orlando, Florida, muy cerca de los parques de Disney. Las acciones del domingo aumentaron las presiones sobre el presidente Joe Biden –que fue uno de los primeros en repudiar el intento de golpe de Estado- para que revoque la visa de Bolsonaro y facilite la extradición que pedirá la justicia brasileña en las próximas horas.
“Estados Unidos debe dejar de conceder refugio a Bolsonaro en Florida”, tuiteó el domingo la famosa congresista Alexandria Ocasio-Cortez. “Casi dos años después del día en que el Capitolio de Estados Unidos fue atacado por fascistas, vemos cómo movimientos fascistas en el extranjero intentan hacer lo mismo en Brasil.” La acompañaron varios compañeros de bancada y funcionarios de Washington. Bolsonaro tiene pendientes varias investigaciones sobre su accionar negligente durante la pandemia, corrupción y malversación de fondos. En este sentido, el ex presidente brasileño depende de que la visa con la que entró a Estados Unidos permanezca vigente.
Un funcionario del Departamento de Estado dijo a Reuters que Bolsonaro casi con seguridad había entrado con una visa A-1, que están reservadas para jefes de Estado. La misma vence apenas termina el mandato, pero como Bolsonaro viajó 48 horas antes de que eso suceda, es posible que haya podido mostrar su visa presidencial y que siga vigente hasta el momento. No hay un límite de tiempo establecido sobre cuánto alguien puede permanecer en Estados Unidos con una visa A-1 pero queda a discreción de las autoridades. Es decir que, finalmente, la suerte de Bolsonaro como feliz refugiado en la capital de los parques de diversiones está en manos del gobierno de Biden que no depende de una decisión judicial para revocar esa visa reservada para primeros mandatarios.