Su historia representa la de muchos otros ucranianos y simboliza el sentimiento de defensa que mantuvo en pie la resistencia territorial ante Rusia hasta el día de hoy. Son miles, incluso millones. Tenían una vida plenamente civil hasta el 24 de febrero del año pasado cuando empezó la invasión de las tropas del Kremlin. Dejaron todo y se unieron al ejército.
Su nombre militar es Cuba. Así lo conocen todos. Los soldados se llaman por su sobrenombre para preservar su identidad, evitar operaciones de inteligencia y por mera costumbre militar. Cuba era actor y tenía dos restaurantes en la localidad de Vinnytsia, hacia el oeste del país. Era “una buena vida”, como él mismo lo describe durante un diálogo con la señal TN.
La realidad de hoy es bien distinta. La conversación no se produce en uno de sus restaurantes ni tampoco en un teatro. La charla se da en un búnker militar secreto en el este de Ucrania, rodeados de ametralladoras, lanzadoras de misiles, granadas, chalecos antibalas y todo tipo insumo militar que está listo para ser entregado a las tropas del frente.
Cuba está allí, en ese lugar, a cargo de la logística de un batallón, porque decidió dejar de lado su “vida normal” para alistarse al ejército y defender a Ucrania. “No podía ver con tranquilidad lo que le pasaba a mi país”, afirma enérgicamente para explicar su elección. Una decisión que también esconde la motivación de defender a parte de su familia que había quedado en Bakhmut, una de las zonas más atacadas por Rusia.
UN SENTIMIENTO DE DEFENSA QUE SE ANTEPONE AL TEMOR
Son pocos los soldados y militares que dicen no tener miedo. La gran mayoría son claros: “El que dice que no tiene miedo está mintiendo, es muy difícil no tenerlo en una guerra como esta”. Cuba no es la excepción. Tampoco Monje, su compañero más cercano con el que se encargan de la logística de aprovisionamiento de unas de las líneas de frente más peligrosas que existe hoy en Ucrania.
”Tenemos mucho miedo”, redobla la apuesta Cuba ante la consulta de TN, para luego agregar que siente “dos tipos de miedo”. El primero, lisa y llanamente, por su vida y por las condiciones de la guerra. El segundo, por sus compañeros, porque “son todos hermanos y nadie quiere que le pase algo al que está al lado”.
”Yo me pregunto: ‘si muero, quién va a cuidar a mis hermanos’”, esgrime Cuba con tono reflexivo y una mirada profunda que penetra en los ojos. Y retruca: “Al mismo tiempo, si cae un misil en el almacén que tengo a cargo, qué abastecimiento recibirán en las trincheras, qué municiones, qué ropa. Ninguna”. Por eso cuidan tanto los detalles, como el de develar la ubicación del búnker.
Están acostumbrados a vivir en una dinámica de guerra. Para llegar hasta ese lugar, el equipo de TN tuvo que ir a otro punto indicado para luego ser escoltado. Algo de rutina. “El miedo no hace nuestro trabajo imposible, sino que nos moviliza y nos hace vigilar las 24 horas del día”, explica con orgullo. No miente, todos los soldados están comprometidos a defender a Ucrania en el momento que sea.
DE ACTOR A SOLDADO: LA TRANSFORMACIÓN
La realidad representa una escena que jamás habría imaginado. Una obra surrealista donde su país es invadido y atacado ferozmente cada día. Donde miles de civiles murieron -y siguen muriendo- ante una ofensiva injustificada de Vladimir Putin. Cuba siempre se preparó para su mejor actuación, y es así como esta escena lo encontró de esa manera.
Ya en enero, cuando todo se ponía cada vez peor, decidió evacuar a parte de su familia del este del país. Muchos no se pudieron ir por su avanzada edad o problemas de salud. Se tuvieron que quedar en Bakhmut, la ciudad donde se concentra uno de los más feroces enfrentamientos entre tropas ucranianas y rusas.
Cuando empezó la guerra, dejó su carrera, vendió el restaurante y su auto y se fue directo hacia el este para estar cerca de su familia, y defenderla. Empezó peleando como jefe de pelotón. Allí luchaba en las trincheras, esa línea 0 de combate donde la vida puede desaparecer en pocos segundos. También tenía a su cargo la lucha en la calle.
Hasta que un día, el comandante del batallón vio en él un dote de administración y lo encargó de la logística. “Al haber estado en la trinchera y en la calle entiendo qué es lo que le falta y lo que necesitan mis compañeros”, dice orgulloso. Hoy le toca defender a Ucrania desde ese lugar, pero sabe que tal vez mañana sea desde otro. Lo que sí está seguro, es que lo seguirá haciendo hasta que logren la victoria. “Lo lograremos”, dice.