La Escuela Mariano Acosta aprobó para sus tres niveles -primario, secundario y terciario- el uso del lenguaje inclusivo en producciones académicas. A partir de ahora, en los trabajos prácticos y exámenes, sus alumnos podrán escribir con la "e" en reemplazo del genérico masculino. La iniciativa surgió de la agrupación Simón Rodríguez, que conduce el centro de estudiantes del profesorado en el Normal 2. Según explicaron en un comunicado, "la propuesta se ajusta a la ley de Educación Sexual Integral (ESI), a la ley de Identidad de Género y a la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer". Del mismo modo, agregaron: "Hace falta que las dinámicas institucionales acompañen las transformaciones que venimos haciendo en las calles. El lenguaje que usamos habitualmente construye sentidos que aportan a la discriminación o luchan contra ella. Como hacemos escuela pública, popular y feminista, lo que pensamos lo llevamos a la escuela pública para transformarla". La institucionalización del lenguaje inclusivo, continúan, sirvió para unificar los criterios. En las aulas del Mariano Acosta son muchos los que prefieren expresarse con la "e", incluso en escritos académicos. Ahora los docentes también deben aceptarlo a la hora de evaluar.
Poco a poco, el lenguaje inclusivo se hace lugar en el mundo académico. En el plano universitario ya hay varios casos: la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, la Facultad de Psicología de la Universidad de Rosario y la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco también lo aprobaron. Claro que, en todos esos casos, las facultades están amparadas en la autonomía universitaria, no dependen de los ministerios. En cambio, las escuelas estatales sí están en la órbita de los gobiernos provinciales. Entonces, se abre el interrogante: ¿todas están habilitadas para autorizar el lenguaje inclusivo? ¿Hay una línea que se baje de arriba? Ante la consulta, desde el ministerio de Educación nacional advirtieron que su aprobación depende de las jurisdicciones y, más puntualmente, de las escuelas. Y agregaron que, para que exista tal lineamiento a nivel nacional, debería tratarse en el Consejo Federal de Educación, lo cual todavía no pasó.
De acuerdo al relevamiento de Infobae, ninguna provincia tiene normativa en torno al lenguaje inclusivo.
Fuentes del ministerio de Educación de la ciudad de Buenos Aires señalaron: "Las instituciones educativas cuentan con un cuerpo legal-normativo que define los estándares vigentes para la enseñanza de la lengua. No obstante, en algunas instituciones comienza a plantearse la promoción el 'lenguaje inclusivo' en las actividades de enseñanza, no considerado en la normativa oficial". Más allá de que consideran al idioma un "recurso social cambiante", también advirtieron que la "responsabilidad primordial de los educadores y de las instituciones educativas es seguir enseñando el currículum vigente". En la provincia de Buenos Aires, el pensamiento es similar. No hay una promoción ni tampoco una prohibición explícita del lenguaje inclusivo. "Lo que se debería enseñar es lo que marca el currículum. Todavía no se presentó en ninguna escuela bonaerense la inquietud, pero si pasara, cada institución puede discutirlo puertas adentro", explicaron.
Para la cartera educativa cordobesa, utilizar neologismos como "todes" no remite a "la cuestión de fondo". "Nuestra currícula se basa en la normativa vigente del castellano. No hay una indicación puntual sobre el lenguaje inclusivo. De todas maneras, entendemos que las aulas son el espacio de la diversidad, de las ideas y los debates. Obviamente no se cercena el derecho a que los chicos lo utilicen", explicaron. En Mendoza también las escuelas tienen autonomía para decidir. "No se prohíbe ni se promueve su uso", plantearon. De hecho, hace dos meses tuvieron un episodio controvertido en la escuela 1-002 Manuel Blanco Encalada. Un grupo de padres presentó una queja ante la Dirección General de Escuelas porque una de las docentes, cuando saludaba a sus alumnos, se refería a ellos como "todos, todas y todes". Tras una reunión con las autoridades de la escuela, se acordó no utilizar más el lenguaje inclusivo en el establecimiento.