En la última sesión del Consejo Federal de Educación (CFE), en la que se aprobó por unanimidad el régimen para que los chicos pasen de grado este año, hubo también un espacio para repasar los protocolos escolares. En ese punto volvieron a surgir diferencias. Tanto la Ciudad de Buenos Aires como Mendoza se desmarcaron de la propuesta oficial de cara a la segunda mitad de 2021.
El documento que presentó el ministro de Educación nacional, Nicolás Trotta, titulado “Guía para instituciones educativas: condiciones y recomendaciones para habitar la escuela”: la propuesta que elaboraron tanto Salud como el ministerio de Ciencia no incluye cambios en el protocolo original, que se aprobó hace ya más de un año, sino que ratifica las mismas pautas de cuidado y amplía los alcances del reglamento vigente.
La guía insiste en los cuatro pilares de cuidado: distanciamiento físico, uso correcto de barbijo, ventilación de ambientes y lavado de manos. Reitera las reglas ya conocidas, pero las grafica con recomendaciones puntuales.
El punto de discordia es el primero de esos cuatro pilares -el distanciamiento físico-. El gobierno nacional ratifica la necesidad de 1,5 metros de distancia entre los alumnos en el aula y de 2 metros respecto al docente. De allí surge el aforo máximo permitido en el salón.
“Para estimar la capacidad de las aulas se deberá calcular su superficie, valor que dividido 3,50 dará una aproximación de la cantidad de alumnos que podrá albergar. Su resultado, el aforo, se indicará en la entrada de cada aula/ambiente”, recomienda la guía.
De hecho, el documento despliega diferentes tipos de ordenamiento dentro del aula. Muestra una disposición tradicional, con las filas hacia el pizarrón, otra en círculos para grupos más pequeños e incluso una disposición de dos grupos separados, que según la guía es la que más alumnos permite albergar.
El distanciamiento se convirtió en el foco de debate porque es el ítem que impide que todos los chicos asistan a clases de lunes a viernes. Solo un día antes de la sesión del Consejo Federal, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, había anunciado la vuelta progresiva a la normalidad en las escuelas tras las vacaciones de invierno.
Esa vuelta a la normalidad implica, sobre todo, eliminar el concepto de “burbujas”. O, más bien, que la burbuja pase a ser el curso completo. Es decir, que se mantenga el principio de no interacción entre los grados, pero que todos los alumnos vuelvan a confluir en el aula, que ya no haya dos o tres grupos.
El plan se pondrá en marcha el 4 de agosto, cuando vuelvan a la rutina pre-pandemia los alumnos de los dos últimos años de secundaria. Una semana después, el 9 de agosto, se incorporarán los chicos de primer, segundo y tercer año.
Una vez cubierta la secundaria, “y siempre que la situación sanitaria lo permita”, el 17 de agosto retomarían los cursos completos en primaria, modalidad especial, escuela para adultos, nivel superior no universitario y los centros de formación profesional. En tanto, el 23 de agosto se sumarían los chicos de nivel inicial.
Por estas horas, la cartera de Salud porteña pule detalles del nuevo protocolo. La próxima semana publicarán la actualización. El ajuste principal está en la revisión del distanciamiento dentro del aula, pero también se restablecerá el servicio comedor, con aforos reducidos y distintos turnos.
Al margen de esas modificaciones, mantendrán el resto de las pautas de cuidado: el tapabocas seguirá siendo obligatorio, las puertas y ventanas seguirán abiertas y sostendrán el lavado de manos y las medidas de higiene.
En el gobierno de la Ciudad observan como una “mera declaración política” la nueva guía que impulsó Nación y se trató a nivel federal. “No hay necesidad de ratificar algo que ya está funcionando. No se plantea ningún cambio en esa guía. Es como sacar una ley y seis meses después volver a votar que esa misma ley está vigente”, plantearon en Uspallata.
Tras la sesión del CFE, el ministro Trotta cuestionó la iniciativa de CABA. “No hay nada que negociar con la Ciudad. Tienen que cumplir la norma y no pueden retomar la presencialidad total sin distanciamiento. Es irracional plantear presencialidad plena y sin distanciamiento dentro del aula. Le pedimos a Larreta y Quirós que sean responsables”, dijo en diálogo con Futurock.
La Ciudad no fue la única jurisdicción que rechazó la propuesta oficial. Mendoza también votó en contra de la resolución por la misma razón que CABA: pretenden quitar en forma gradual el distanciamiento en el aula. Según confirmaron fuentes del ministerio de Educación local, la provincia está elaborando un plan para recuperar mayor presencialidad desde el próximo jueves, cuando se reanuden las clases tras el receso invernal y las jornadas institucionales.
En esa línea, el director General de Escuelas, José Thomas, expresó: “El gobernador (Rodolfo Suárez) nos pidió un plan de regreso a la normalidad, siempre y cuando los indicadores epidemiológicos acompañen, y una de las posibilidades es esa, que vayan todos los chicos a la escuela todos los días desde septiembre.
Hay una disposición nacional de la necesidad de estar un metro y medio separados en el interior del aula y es algo que hay que revisar para lograr tener más chicos en las escuelas”.
A diferencia de CABA, el gobierno mendocino priorizará el nivel inicial y el primer ciclo de primaria (primer, segundo y tercer grado) porque allí todos los docentes están vacunados con ambas dosis y los chicos tienen menos autonomía pedagógica. Esos cursos retomarían la presencialidad total en agosto y, dependiendo de los niveles de contagios que se registren, extenderían la mayor asistencia al resto de la primaria en septiembre.
A excepción de la Ciudad de Buenos Aires y Mendoza, las otras 22 provincias del país mantendrán el mismo esquema escolar que rigió en la primera mitad del año. Es decir, en el mejor de los casos, las escuelas trabajarán con “burbujas” y los chicos asistirán a la escuela algunos días sí y otros no. El momento para restablecer la normalidad escolar llegaría recién en 2022.