De a poco, con mucho cuidado, el mundo quiere volver a la normalidad. Y aún en medio de la pandemia por Covid-19, una de las necesidades que más expresa y añora la gente es viajar. La Argentina se convirtió en uno de los países con el espacio aéreo más cerrado del mundo. Los aeropuertos sólo funcionan para vuelos humanitarios de repatriación. Los próximos que están programados son a Cuba el 30 de abril (por COPA Airlines) para 170 pasajeros y otro el 2 de mayo, de LATAM, para 290 pasajeros. No obstante, todavía restarán 900 argentinos en la isla. El 1° de mayo será el turno de Francia. Air France traerá 170 pasajeros que se acercaron desde varios puntos de Europa hacia allí para buscar una conexión con Buenos Aires. El 3 de mayo será Colombia el lugar. Desde Bogotá, por Latam, vendrán 150 argentinos. Serán 250 los que quedarán sin regresar allí. El mismo día, desde Barcelona y por Aerolíneas Argentina, volverán 243 pasajeros.
Pero la aviación aerocomercial deberá esperar. El 12 de marzo, Argentina prohibió el arribo de vuelos desde las zonas que en ese momento eran consideradas de riesgo, Y esta semana, la circular 144/2020 de la ANAC (Administración Nacional de Aviación Civil) organismo que dirige Paola Tamburelli), estiró hasta el 1° de septiembre la posibilidad de vender tickets a las aerolíneas. Una virtual paralización de la actividad. Esto provocó la respuesta de los organismos que agrupan a las aerolíneas. Peter Cerdá, vicepresidente Regional de Las Américas de IATA en una carta que fue dirigida al Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; y a los ministros Mario Meoni, de Transporte; Matías Lammens, de Turismo y Deportes; y Felipe Solá, de Relaciones Exteriores. En uno de sus párrafos, dice: “Consideramos sustancial que no se restrinjan las operaciones aéreas hasta septiembre, lo cual pone en peligro la viabilidad de la industria aérea en Argentina y retrasaría la recuperación económica del país”.
“La industria aeronáutica, en coordinación con la OACI y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han realizado esfuerzos para desarrollar un plan global de reactivación de las operaciones aéreas siguiendo las mejores prácticas de salud y seguridad para los pasajeros y tripulaciones y coordinando acciones entre Estados, industria y otras partes interesadas”,agregó la misiva. Es que según un informe de IATA (ver mapa interactivo), en otros países, aun con fuertes restricciones como la obligación de hacer una aislamiento obligatorio por 14 días, se puede volar. Lo curioso es que nuestro país no figura en ninguna lista de países cuyos ciudadanos tienen prohibición de ingreso ni está considerado como zona de riesgo. Por ejemplo: Suiza tiene en funcionamiento tres aeropuertos: Basilea, Ginebra y Zúrich. Bélgica pone horarios para los vuelos que arriban. Otros, como Australia, permiten volar a ciudadanos de su país y de otros 17 países del Pacífico Sur. En Europa, los habitantes de los países de la zona Schengen (26 naciones que abolieron sus fronteras) pueden trasladarse entre ellas cumpliendo ciertas normas. Chile, si bien tiene su frontera cerrada, admite los vuelos domésticos.
Entre las principales potencias, Estados Unidos continúa autorizando los vuelos domésticos, aunque no se permiten aquellos que lleguen de Europa y China. Y es probable que esa decisión se amplíe a los que llegan a Florida desde América Latina, en especial desde Brasil. Las aerolíneas también se preparan para que los vuelos sean más seguros desde el punto de vista sanitario. Por ejemplo, American Airlines anunció que desde mayo se distribuirán “toallitas o geles desinfectantes y mascarillas para los clientes”. También señalaron que las azafatas llevarán barbijos durante los vuelos. Asimismo, se alentará el distanciamiento social en las puertas y los mostradores de check in. Por supuesto, esta tenue apertura y la posibilidad que brindan algunos países no basta para evitar la caída estrepitosa del negocio aerocomercial y la pérdida de empleos en el sector, algo que la prohibición de vender tickets y volar hasta septiembre en nuestro país no hará más que profundizar. IATA prevé pérdidas del sector a nivel global por 314 mil millones de dólares. Y 25 millones de empleos en riesgo. En Latinoamérica, el desplome será, dicen, de 18 mil millones de dólares, y 2.9 millones de empleos correrán peligro.
Para paliar en parte eso, algunos países latinoamericanos han dispuesto algunas medias. Guatemala, por ejemplo, difirió el pago de alquiler de oficinas y hangares en los aeropuertos. El Salvador hizo lo propio, y además suspendió el pago del impuesto de contribución al turismo por 90 días. Costa Rica postergó el pago del IVA de abril, mayo y junio para diciembre del 2020, el del IRS con fecha indefinida y el del impuesto de turismo hasta noviembre de este año. Colombia eliminó el cargo por el estacionamiento de las aeronaves, difirió los impuestos de turismo e IVA, y otorgó una línea de crédito de 80 millones de dólares para las empresas del sector en dificultades. Brasil postergó el pago de las tasas del servicio de navegación aérea de marzo, abril, mayo y junio para septiembre, octubre, noviembre y diciembre de este año, decidió que las tasas de concesión aeroportuaria se paguen el 18 de diciembre de 2020 y que las aerolíneas puedan extender el periodo de reembolso de los tickets por doce meses a partir de la fecha de compra.
Sobre el papel del gobierno argentino en esta crisis, Luis Fernando de Oliveira, el CEO de ALTA (Asociación Latinoamericana de Transporte Aéreo) le dijo a Infobae: “No vemos ningún apoyo sustancial. Y es algo que, como pocas veces, no va a salir de las arcas del Estado. La postergación de los servicios de navegación no es un pago que deben hacer, es algo temporario y una forma de facilitar las operaciones. Argentina le carga un 19 por ciento de IVA al combustible. Podría hacer una reducción temporaria. Hay muchas formas de apoyar a la industria y no generar grandes pérdidas al Estado. Y adicionalmente, promover una apertura. Esperar hasta el 1° de septiembre es un disparate para cualquier aerolínea. Y sería justo luego de la temporada alta de las vacaciones de invierno. Argentina podría perder todo eso”
En nuestro país, según IATA, el transporte aéreo (aerolíneas, operadores aeroportuarios, empresas que operan en los aeropuertos -restaurantes, comercios, etc.-, fabricantes de aeronaves y proveedores de servicios de navegación aérea) genera unos 71.000 mil empleos directos. Con la compra de bienes y servicios de proveedores, otros 79 mil. Se calcula que con el dinero que hacen circular quienes trabajan en el sector, otros 51 mil empleos son sustentados. Y el turismo que llega a nuestro país por vía aérea contribuye a sostener 129 mil puestos de trabajo. En total, 329 mil personas vive de lo que genera la actividad aerocomercial. En dinero, la industria del transporte, incluidas las aerolíneas y sus cadenas de abastecimiento, aportan 7,5 mil millones de dólares en valor agregado bruto al PBI nacional. Los gastos que hacen los extranjeros suman otros 4,2 mil millones. Un total de alrededor de 12 mil millones de dólares, el 2,1 por ciento del PBI argentino.