El papa Francisco reflexionó en una entrevista publicada este miércoles sobre las consecuencias de la pandemia del coronavirus, sus preocupaciones de cara al fin de la emergencia, las medidas tomadas por los gobiernos, el dolor por las víctimas y la experiencia de la cuarentena en el Vaticano. “Estoy viviendo este momento con mucha incertidumbre. Es un momento de mucha inventiva, de creatividad”, dijo el pontífice en una entrevista con el escritor y periodista británico Austen Ivereigh, traducida en español por el periódico ABC. El papa habló sobre las medidas tomadas por los gobiernos para paliar la crisis. “Es cierto, algunos gobiernos han tomado medidas ejemplares con prioridades bien señaladas para defender a la población. Pero nos vamos dando cuenta de que todo nuestro pensamiento, nos guste o no nos guste, está estructurado en torno a la economía. En el mundo de las finanzas parece que es normal sacrificar”, dijo.
Para el pontífice, la crisis del coronavirus volvió a dejar al descubierto una “política de la cultura del descarte” en la que "al anciano se le dan las medicinas hasta un cierto punto” y "los sin techo siguen siendo sin techo”. Como ejemplo citó la fotografía viral que mostró a los sin techo puestos en cuarentena en una plaza de estacionamiento de Las Vegas. “Y los hoteles estaban vacíos. Pero un sin techo no puede ir a un hotel. Ahí se ve ya en funcionamiento la teoría del descarte”, denunció. Por otra parte aseguró que la crisis es “un peligro pero también una oportunidad” en la que él vislumbra los “signos iniciales de conversión a una economía menos líquida, más humana”. “Y es la oportunidad de salir del peligro. Hoy creo que tenemos que desacelerar un determinado ritmo de consumo y de producción y aprender a comprender y a contemplar la naturaleza”, dijo el papa.
Francisco también dijo que la pandemia es una “llamada de atención contra la hipocresía”. “Esta crisis nos afecta a todos: a ricos y a pobres”, dijo. “A mí me preocupa la hipocresía de ciertos personajes políticos que hablan de sumarse a la crisis, que hablan del hambre en el mundo, y mientras hablan de eso fabrican armas. Es el momento de convertirnos de esa hipocresía funcional. Este es un tiempo de coherencia. O somos coherentes o perdimos todo”, dijo. “Ver a los pobres significa devolverles la humanidad. No son cosas, no son descarte, son personas”, agregó. “No podemos hacer una política asistencialista como hacemos con los animales abandonados. Y muchas veces se trata a los pobres como animales abandonados. No podemos hacer una política asistencialista parcial”. “Tenemos una memoria selectiva”, dijo, llevando como ejemplo el hecho que la crisis climática desapareció de la agenda. En este sentido, dijo, la pandemia “es la respuesta de la naturaleza”.
Sobre la cuarentena
Sobre la vida durante la cuarentena el papa reconoció que “no es fácil estar encerrado en casa” y instó a los fieles a “reservarse para mejores tiempos, porque en esos tiempos recordar esto que ha pasado nos ayudará”. “Cuídense para un futuro que va a venir. Y cuando llegue ese futuro, recordar lo que ha pasado les va a hacer bien. Cuidar el ahora, pero para el mañana". Todo esto, agregó, hay que hacerlo "con la creatividad” y sin “escaparse en alienaciones, que en este momento no sirven”. También dio detalles sobre la cuarentena en el Vaticano, donde dijo que la Curia “trata de sacar adelante el trabajo, de vivir normalmente, organizándose por turnos para que no toda la gente esté junta en el mismo momento” y que “cada uno trabaja en su oficina o desde su habitación con medios digitales". "Todo el mundo está trabajando; aquí no hay ociosos”, aseguró.
Por su parte, dijo que durante la cuarentena “reza más y piensa en la gente” y piensa en sus responsabilidades de ahora y ya “para el después” de la pandemia. “Va a ser un después trágico, un después doloroso, por eso conviene pensar desde ahora. Se ha organizado a través del Dicasterio del Desarrollo Humano Integral una comisión que trabaja en esto y se reúne conmigo”, afirmó, al tiempo que resaltó “la necesidad de acompañar al pueblo de Dios y estar más cercano a él” a través de iniciativas como la misa de las siete de la mañana en streaming, de actos como el del pasado 27 de marzo en la plaza de San Pedro y las actividades de la Limosnería Apostólica para acompañar las situaciones de hambre y enfermedad. “Estoy viviendo este momento con mucha incertidumbre. Es un momento de mucha inventiva, de creatividad”, dijo.
Los héroes de la pandemia: médicos, religiosos y trabajadores
El papa también envió un mensaje a los médicos, religiosos y trabajadores que cumplen con los deberes para que la sociedad funcione, a veces pagando con sus vidas, a quienes calificó de “héroes”. “¡Cuántos médicos y enfermeros han muerto! ¡Cuántos sacerdotes, cuántas religiosas han muerto! Sirviendo”, dijo Francisco. “Si reconocemos este milagro de los santos de al lado, de estos hombres y mujeres héroes, si sabemos seguir estas huellas, este milagro terminará bien, para bien de todos. Dios no deja las cosas a mitad de camino. Hagámonos cargo y sigamos adelante”.
Un mensaje para ancianos aislados, jóvenes encerrados, y empobrecidos por la crisis
Por último, Francisco le envió un mensaje a los ancianos aislados, los jóvenes encerrados y los empobrecidos por la crisis. “Lo que pido a la gente es que se hagan cargo de los ancianos y los jóvenes. Que se hagan cargo de la historia y de los despojados”, dijo. “Los ancianos siguen siendo raíces. Y deben hablar con los jóvenes. Esa tensión entre viejos y jóvenes tiene que resolverse siempre en el encuentro”, afirmó. “Yo les diría a los ancianos de hoy: ‘Sé que sienten la muerte cerca y tienen miedo, pero miren para otro lado, recuerden a los nietos, y no dejen de soñar’”. En cuanto a los jóvenes, los animó a “mirar más adelante y ser profetas”, al tiempo que aseguró que “los empobrecidos por la crisis son los despojados de hoy, que se suman a tantos despojados de siempre. Lo han perdido todo o van a perder todo”.
Convertir el “miedo en confianza” y la “angustia en esperanza”
Asimismo, durante la audiencia general de este miércoles, el Papa ha instado a los católicos a convertir el “miedo en confianza” y la “angustia en esperanza” ante la llegada de una Semana Santa cuyas celebraciones litúrgicas, que continuarán este Jueves Santo sin el tradicional ritual de lavatorio de los pies, estarán blindadas en lugares cerrados y sin la presencia de fieles para evitar el avance de la pandemia de coronavirus. “Hay que pedirle con fe a Jesús que convierta nuestro miedo en confianza, nuestra angustia en esperanza y nos haga experimentar la cercanía de su amor infinito”, subrayó el pontífice. El Papa ha reconocido que será una Semana Santa en cierta manera atípica pues los fieles no pueden “ir a la iglesia” ya que las disposiciones de confinamiento imponen una severa “cuarentena” pero ha pedido a los cristianos que se agarren “al crucifijo y al Evangelio”, porque son los elementos que constituyen “una gran liturgia doméstica”.
Francisco, que ha presidido la audiencia general desde su biblioteca privada en el Palacio Apostólico del Vaticano, destacó a través del crucifijo se aprenden “los trazos del rostro de Dios”, porque la cruz es su “cátedra”. Y ha especificado: “Nos hará bien estar en silencio frente el crucifijo y ver quién es nuestro Señor, que no nos trata como extraños, sino que hace suyo nuestro mal y nuestros pecados”. Y por ello ha reiterado: “Para liberarnos de los prejuicios sobre Dios, miremos al crucifijo y abramos el Evangelio”. El Papa ha incidido en que a causa de la emergencia sanitaria, parte de la sociedad podría pensar “que Dios está ausente, que no se interesa por nosotros y por nuestro sufrimiento”. Sin embargo, ha desmontando con su catequesis a los que puedan preferir un Dios “fuerte y poderoso” en lugar de uno débil que muere en la cruz.
Por ello ha incidido en que “ante estas preguntas” que reflejan la situación de angustia que vive buena parte de la humanidad debido a la Covid-19 y que “afligen el corazón” hay que recordar la narración de la Pasión de Jesús. Y ha añadido: “nos ayuda la narración de la Pasión de Jesús, que nos acompaña en estos días santos”. Así, ha referido: “El poder de este mundo pasa, mientras que el amor permanece. Solo el amor custodia la vida que tenemos, porque abraza nuestras fragilidades y las transforma. La Pascua nos dice que Dios puede cambiar todo a bien. Que con él podemos confiar en que todo irá bien. No es una ilusión, la Resurrección es una realidad”.