“Ya nada volvió a ser igual”. Es una frase que se escucha de boca de casi todos los refugiados ucranianos que están tratando de volver a sus casas para pasar las Fiestas con sus familias. Muchos se fueron cuando empezó la invasión rusa en febrero. Otros lo habían hecho meses antes por temor a lo que, finalmente, terminó sucediendo.
La única forma de entrar a Ucrania es por tierra porque el espacio aéreo comercial está cerrado desde el 24 de febrero. Por el cielo ucraniano solo vuelan aviones caza, drones y misiles, tanto los que continuamente lanza el gobierno de Vladimir Putin como los de la firme defensa ucraniana que trata de interceptar los ataques de Rusia.
El regreso a casa no es para nada sencillo y tampoco permanente. Solo vuelven por unos días para pasar con sus familias el fin de año y la Navidad, aunque muchos la celebran en enero, cuando se realiza la navidad ortodoxa. La tecnología permitió que la distancia no se hiciera tan evidente gracias a las videollamadas y chats. Pero el abrazo con sus seres queridos es algo que extrañan todos los ucranianos que se tuvieron que ir del país.
Según cifras de las Naciones Unidas, más de 7 millones de ucranianos salieron del país tras la invasión de Rusia. La mayoría de ellos fueron a Polonia, pero muchos otros se distribuyeron por distintas partes de Europa, donde los acogieron rápidamente. Miles volvieron a sus hogares, pero meses atrás el propio presidente Volodimir Zelenski pidió que no lo hagan por el crudo invierno que se aproximaba. Un invierno que ya llegó.
La esperanza en medio de la guerra
“Desearía poder volver y quedarme en mi casa”, admite Ania en diálogo con la señal TN mientras espera para tomar un tren en Przemysl, en la frontera de Polonia, que la lleve directo a Kiev, la capital de Ucrania. Pero, entre lágrimas, también reconoce: “Espero poder estar viva para cuando todo esto termine”.
Sucede que muchos de los que regresan lo hacen entre incertidumbre y miedos. Los ataques de Rusia son constantes y, en las últimas semanas, no reconocen límites. Se concentran en el Este y Sudeste, pero ninguna región está exenta del riesgo. En las últimas horas sonaron las alarmas antiaéreas en todo el país.
Para algunos, incluso, es la primera vez que regresan a Ucrania desde que comenzó la guerra. “Dejé a mi mamá porque no se podía ir y a mi padre porque tenía que quedarse a luchar”, contó con mucha angustia en su rostro María durante un largo viaje en tren desde la frontera. “Brindaré por la paz y la libertad”, sintetizó.
Entre los pequeños bolsos con los que viaja la mayoría se pueden ver regalos que les llevan. “Me acuerdo de ellos cada día”, repite Ania con una sonrisa en la cara. Lo mismo le sucede a María. Si bien Ucrania no sufre grandes desabastecimientos, entre los paquetes se asoma leche en polvo, algún que otro medicamento e insumos que solo se consiguen en el exterior.