El primer ministro británico, Boris Johnson, revela este lunes las nuevas normas para los viajes internacionales y un polémico proyecto de pasaporte sanitario, con vistas a una vuelta paulatina a la normalidad después de meses de restricciones en el Reino Unido.
El dirigente conservador es partidario de la prudencia por miedo a echar por tierra el éxito de una campaña masiva de vacunación en la que el país, el más golpeado de Europa con casi 127.000 muertos, ha depositado todas sus esperanzas.
“Hemos hecho enormes progresos en los últimos meses con nuestro programa de vacunación y en el país todos han hecho grandes sacrificios para que podamos alcanzar esta etapa de nuestra convalecencia del covid-19”, declaró en un comunicado. “Hacemos cuanto podemos para permitir la reapertura de nuestro país (...) de la manera más segura posible”, añadió.
Para los británicos, que tras tener que quedarse en casa quieren irse de vacaciones al extranjero este verano, algo prohibido hasta el 17 de mayo como mínimo, presentará un semáforo que clasifica a los países según el avance de vacunación, su tasa de contagios o la presencia de variantes del virus.
Se trata de no poner en peligro la campaña que ha permitido vacunar a unos 5,4 millones de personas y ha administrado más de 31,5 millones de primeras dosis en el Reino Unido, es decir casi la mitad de la población total, desde diciembre.
Los destinos verdes (cumplen los requisitos) estarán exentos de cuarentena a la vuelta aunque los viajeros tendrán que someterse a un test antes de salir y después de llegar, a diferencia de los países naranjas y rojos. En el último caso, para los países con más riesgo, los viajeros deberán cumplir un periodo de aislamiento de diez días en hoteles designados por el Gobierno.
No obstante, Downing Street considera prematuro elaborar una lista de países y sigue desaconsejando las reservas en el extranjero.
Actualmente, todos los viajeros que llegan al Reino Unido deben efectuar y pagar de su bolsillo una cuarentena de diez días en un hotel si vienen de países de riesgo, y las fronteras están cerradas a los no residentes que proceden de un país de la lista roja (entre ellos de América del Sur y Sudáfrica).
Para mantener el virus bajo control, el gobierno también prevé probar un sistema de pasaportes sanitarios para concentraciones multitudinarias en Inglaterra, como los partidos de fútbol y los eventos que se celebran en lugares cerrados.
Este certificado informaría de que la persona está vacunada, es negativa al coronavirus o tiene anticuerpos. No se exigiría en el transporte público ni en los comercios esenciales, cuya reapertura está prevista el 12 de abril, al igual que las terrazas de los pubs.
Pero este proyecto de pasaporte sanitario genera malestar y más de 70 diputados británicos de todo el espectro político se oponen a él por considerarlo “discriminatorio”, lo que podría tumbarlo si se llegara a votar en el Parlamento.
Por último, para facilitar la reapertura y “romper las cadenas de contagio”, los habitantes de Inglaterra podrán someterse a partir del viernes a dos tests de detección rápida por semana.
Según las últimas cifras oficiales, este domingo se comunicaron diez muertes por covid-19 en el Reino Unido y 2.297 nuevos contagios, mientras que 31.523.010 personas han recibido la primera dosis de la vacuna y 5.381.745 la segunda dosis.
El Reino Unido, que vacuna con los preparados de Oxford/AstraZeneca y BioNTech/Pfizer, espera haber vacunado a toda la población adulta para finales de julio.