El legado del cine de Kurosawa se expande en el mundo abierto de “Ghost of Tsushima”, un videojuego que llega a PlayStation 4, en el que el estudio Sucker Punch recrea meticulosamente el Japón feudal del siglo XIII, las luchas de samuaris, y el paisaje es un elemento clave de la narración. “Queríamos que el paisaje fuera un personaje más dentro del juego, que fuera un mundo orgánico y que apeteciera explorarlo”, detalla Joanna Wang, responsable de la creación de ambientación del videojuego. El título creado por el estudio Sucker Punch (“Infamous”) no esconde sus referencias: tiene un “modo Kurosawa” para jugarlo con la imagen en blanco y negro y se puede disfrutar en japonés con subtítulos.
El jugador acompaña en su viaje a Jin Sakai, el último de los samurais que quedan en la Isla de Tsushima, asolada por la invasión mongola en el siglo XIII. El episodio histórico es real y aunque la reconstrucción de la isla no es cien por cien fidedigna, la mayoría de los elementos sí lo son. El equipo viajo en varias ocasiones a la isla y realizó un gran trabajo de investigación para que la ambientación fuera lo más real posible. Vegetación, arquitectura y ropajes están hechos a la imagen y semejanza de la época, según Wang, cuyo estudio -con sede en Washington-, quería realizar este proyecto, el último gran videojuego para PlayStation 4 antes de la nueva generación de consolas, con respeto a Japón y a su cultura milenaria.
Entre las imágenes más evocadoras se encuentra un campo con miles de pampas -un tipo de arbusto blanco-, que se mueve al compás del viento, o una escena en bosque de árboles con hojas amarillas que parecen salidos de un libro de dibujo tradicional japonés. El que el jugador, además de cumplir una serie de misiones, puede explorar el terreno sin límite y libremente, parándose a hablar con otros personajes o persiguiendo a animales que encuentra en su viaje a caballo. El jugador acompaña a Jin en su peculiar viaje. La travesía es tanto interior, en el que deberá de reconstruir su propio código de honor, como exterior, primero para salvar a su tío y luego como líder de la resistencia de la población frente a la invasión mongola.
La historia avanza misión tras misión, en ocasiones con encarnizados y fidedignos combates de katana, pero también hay momentos de paz, en los que el jugador puede simplemente sentarse a admirar la belleza del paisaje y escribir un haiku -poema tradicional japonés-. Explorar este gran mundo diseñado para “Ghost of Tsushima” es parte fundamental del juego, según Wang, un escenario que “respira, se mueve y tiene su propia personalidad”, que los jugadores deberán descubrir.