Que de la mano, de Leo Messi...". Explota como nunca el 974, contenedor de esta locura argentina. Explota de felicidad celeste y blanca. Explota por esta clasificación que arrancó sufrida, pero que ahora se disfruta. Explota por su capitán, pero también por un equipo que jugó un partidazo, que otra vez se bancó la presión, que recuperó su espíritu y también su fútbol... Para ganarle a Polonia por 2 a 0 y meterse en la próxima fase. Para volver a soñar, ahora con argumentos.
Explota el 974 por una actuación que ilusiona, no hay manera de no hacerlo. Porque Leo está picantísimo (y motivadísimo), porque Enzo le dio esa frescura que necesitaba el medio (y una asistencia de lujo a Julián) y porque justamente Álvarez se metió de titular para sellar la victoria y desatar la fiesta. Argentina está en octavos. Se cruzará ahí con Australia en un cuadro que el destino abrió casi de manera inmejorable. Imposible no creer. Imposible...
La Selección estuvo a la altura de su historia, de lo que se jugaba, de la presión que tenía para clasificarse. Y para hacerlo, además, primero en su grupo, de manera de evitar a Francia (líder en el suyo). Jugó con un compromiso, con una entrega y con una autoridad que recordó, en todo momento, por qué llegó como candidata a esta Copa del Mundo.
Vaya si se levantó de la derrota en el debut, vaya si lo liberó la victoria ante México, sanadora de todos los males, vaya si Scaloni también aportó lo suyo: sus cuatro cambios mejoraron al equipo. Los jugadores dijeron que ese mal trago en el estreno los había hecho más fuerte. Hay que creer nomás. Así fue.
Alma, corazón y vida...
Argentina fue otra en todo sentido. De cuerpo, de alma, de corazón, de cabeza. Y de fútbol. Por momentos, le llegó a Polonia por todos lados, con una intensidad que había perdido en los primeros dos partidos y que recuperó a tiempo. Tuvo frescura y conducción en Enzo, el que todos pedían que entrara y no falló: se fue ovacionado. El del Benfica agilizó el juego, la sacó siempre limpia, le dio otra velocidad al medio. Fue por acá y fue por allá. Tocó con Messi, con Alexis, con Di María. Y en el 2-0, asistió a Julián. Tremendo.
En efecto, las sociedades que la Selección no había tenido en otros partidos fueron una buena noticia. Sobre todo la del capitán con Fideo, vigente como nunca: se buscaron en la primera chance clara para Argentina, en la que el 10 desbordó por izquierda y sacó un remate que tapó Szczesny. El arquero polaco respondió ahí, también en un mano a mano de Álvarez y, fundamentalmente, en el penal de Leo. Dos penales en contra para el 1 de la Juventus, dos atajados (también ante Arabia). Pero después, ya no fue invencible.
Ese penal que Leo no convirtió, lejos de desmoronar a la Selección, lo fortaleció. Y al 10, lo enojó. Lo hizo ir por más, ayudado por el aliento de la gente, en esta química que parece potenciarse en la adversidad. Y de la mano de su capitán, el equipo nacional reaccionó de la mejor manera. Fue por lo que creía suyo, con un Alexis que cuando rompió, hizo diferencia (pase a Julián en el mano a mano, luego el 1-0) y con Álvarez (titular por Lautaro) dándole otra movilidad al ataque, algo que el del Inter había perdido.
Por eso, no extraño que el arranque del segundo tiempo fuese una continuidad del primero. Y al minuto nomás, llegó el gol de Alexis. Molina se cerró bien, recibió de Cuti, tocó para Di María, fue a buscar y metió un centro adentro que Mac Allister clavó ahí abajo, acaso en el único rincón donde Szczesny no podía llegar. El 1-0 le dio calma al equipo pero no frenó su ímpetu de ir por más, otra señal saludable.
El gol de Alexis Mac Allister, el gol de la tranquilidad para todo el pueblo argentino.pic.twitter.com/IwS7yETmZn
— Pablo Giralt (@giraltpablo) November 30, 2022
Esa sensación de los mejores tiempos
La Selección que jugó con el cuchillo entre los dientes y que tuvo a un Messi picante, encarador: al punto en el arranque del segundo tiempo se sacó de encima cuatro polacos como si fuera el Messi de 25 (y no este de 35) y, si no fuera por un cruce a tiempo, hubiese sellado la historia bien temprano. Porque atrás, casi no sufrió sobresaltos. Volvió a mostrar una solidez defensiva que hizo que Polonia no llegara ni una vez con peligro.
Argentina contagió siempre. Contagió ese espíritu ganador que mostró en su mejores tiempo, de que en cualquier momento podía lastimar. Scaloni también acertó con los cambios de partido: Paredes por Di María para pasar de un 4-3-3 a un 4-4-2 (el medio quedó con De Paul, Paredes, Enzo y Alexis) y Tagliafico por Acuña, para refrescar esa zona. Y el gol golazo de Julián, tras una jugada made in River, nacida en los pies de Enzo, terminó por coronar un partidazo. Sólo faltó el gol de Leo, que lo terminó bailando a Lewandowski. Nada más.
El gol de Alexis Mac Allister, el gol de la tranquilidad para todo el pueblo argentino.pic.twitter.com/IwS7yETmZn
— Pablo Giralt (@giraltpablo) November 30, 2022