Detectives de la Policía de la Ciudad detuvieron al asesino del peluquero de Recoleta: estaba escondido en una casa en Moreno. Se trata de Abel Guzmán, el estilista de 43 años que permanecía prófugo tras asesinar a Gabriel Medina.
El colorista fue asesinado de un disparo en la cabeza en la peluquería Verdini, ubicada en la calle Beruti al 3017, en el barrio porteño de Recoleta. Desde que Guzmán escapó por la ventana luego de matar a su compañero de trabajo, no se supo nada más sobre su paradero, hasta que este miércoles -finalmente-, lo detuvieron en Moreno.
Al momento del escape, solo dos cámaras tomaron la huida de Guzmán tras el crimen a sangre fría: una ubicada en la esquina de Sánchez de Bustamante y Berutti a las 20.15 y la otra a las 20.18, tres minutos después, en el cruce de Pueyrredón y Corrientes, a 17 cuadras de la peluquería.
Pocas horas después del crimen, se conoció que la familia del atacante es de Santiago del Estero, donde vive Cecilia Guzmán, su madre, quien aseguró no saber nada sobre el paradero del acusado. “¡Rezo para que mi hijo se entregue lo más pronto posible!”, había expresado en su momento a un medio local.
Por su parte, la familia de Germán Medina temía que el asesino hubiera escapado a la provincia de donde es oriunda su familia y esté escondido o, al menos, que haya pasado por allí para continuar su fuga. No obstante, Guzmán estaba escondido en una casa en el barrio de Moreno, en la provincia de Buenos Aires.
Quién es Abel Guzmán, el empleado que asesinó a su compañero en una peluquería de Recoleta
El asesino, Abel Guzmán, es un hombre de trayectoria en el mundo de las peluquerías, conocido por su meticuloso trabajo con tratamientos de keratina, una habilidad que perfeccionó durante más de siete años en el salón de Facundo Verdini. Si bien tenía su clientela, “Abelo” Guzmán era percibido como una solitario y retraído, a diferencia de la víctima, que se caracterizaba por ser muy sociable.
Los clientes de Guzmán lo recuerdan en su aspecto profesional por su lema “Abelizate”, una invitación a experimentar su toque único en el cuidado del cabello en un sillón especial que tenía en el fondo del local. Por otro lado, los colegas suyos describían una tensión creciente entre él y la víctima, alimentada por problemas de ego y disputas sobre la clientela.