Pasaron poco más de dos semanas desde que durante una cumbre conservadora en Washington Javier Milei se abrazó con Donald Trump y, efusivo, le manifestó sus buenos deseos para que el magnate vuelva a ocupar el Salón Oval de la Casa Blanca después del 5 de noviembre, cuando se celebrarán las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
Ese video casero e informal difundido por las cuentas oficiales del presidente argentino alcanzó para regar de malestar muchas de las oficinas de Washington que actualmente son ocupadas por funcionarios demócratas de Joe Biden. En la Casa Rosada sabían que era un gesto arriesgado, más teniendo en cuenta que hacía pocas horas había pasado de visita por el país el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken. No pudieron evitarlo.
Con incredulidad, parte de la diplomacia argentina y la política norteamericana veían en la pantalla de sus celulares cómo Milei manifestaba su total admiración a quien competirá con el demócrata en los próximos comicios. “No llegamos a entender si fue una reacción desmedida planificada o que realmente fue espontánea”, le admitió a TN un diplomático con amplia experiencia en la relación bilateral con Estados Unidos.
Tras los resultados de las internas de ayer en los estados de Georgia, Washington y Mississippi, se confirmó que Biden y Trump alcanzaron la cifra de delegados necesarios para que la convención nacional de cada uno de sus partidos los proclame candidatos para noviembre. Por primera vez en 68 años habrá una revancha de la última presidencial, el anterior fue en 1956 entre el republicano Dwight Eisenhower y el demócrata Adlai Stevenson.
En este clima de fuerte polarización en la sociedad norteamericana –donde muchos votantes preferirían no votar ni por Biden ni por Trump, según un sondeo de Reuters/Ipsos- es que Javier Milei prácticamente le manifestó su abierto respaldo al magnate. Si bien es cierto que los libertarios tienen un vínculo más fluido con los republicanos, en términos políticos muchos son los analistas que consideran que estos movimientos no son prudentes.
Aunque Trump marche por delante de Biden en los sondeos previos, la Argentina necesita el respaldo de Estados Unidos en cuestiones clave como la negociación con el FMI y por la abierta postura pro occidental que la administración Milei tomó al llegar a la Casa Rosada. En pocos meses quedó a la vista una clara alineación en términos ideológicos y en materia de defensa y seguridad.
Ante tan drástico cambio en comparación a la gestión de Alberto Fernández, rápidamente Washington entendió la señal y comenzó a enviar delegaciones de alto nivel para confirmar el acercamiento. En ese contexto llegó Blinken, una visita que pocas veces se produce con tan poco tiempo de gobierno.
LAS ESTRATEGIAS PARA CONTENER EL MALESTAR DE ESTADOS UNIDOS
Los más cercanos asesores en materia de política exterior de Milei, inclusive desde el Palacio San Martín, recomendaban que no se produjera una reunión con foto en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) en febrero. Según pudo saber TN, se desplegaron distintas estrategias para evitar la reunión: desde atrasar o alargar el encuentro con Blinken hasta cambiar el vuelo a Washington para esperar a que Trump abandonara la ciudad. Nada ocurrió.
Ante la reciente situación reflotó un recuerdo de la elección presidencial de 2016 cuando Trump superó a Hillary Clinton. En aquel momento, con Mauricio Macri en el gobierno, la cancillería de Susana Malcorra había manifestado su respaldo a la demócrata, confiando en que el magnate no podría llegar a la Casa Blanca. Finalmente, ese posicionamiento fue entendido como un error, y no son pocos los que lo comparan con el gesto de Milei.
A sabiendas del malestar que generó en las oficinas del poder de Washington, por canales informales los funcionarios argentinos intentaron bajarle el tono al encuentro frente a sus colegas norteamericanos. Quien más viene trabajando en solidificar esta relación es la canciller argentina, Diana Mondino.
Quienes siguen los entretelones de la relación bilateral no se sorprendieron cuando ayer por la mañana el embajador de Estados Unidos en la Argentina, Marc Stanley, le dedicó una mención especial a la canciller a los pocos segundos de haber iniciado su discurso en el AmCham Summit. “Con Mondino compartimos fuertemente la visión de la política nacional y exterior de la Argentina, ella es una gran socia nuestra”, esgrimió ante la atenta mirada de un amplio auditorio repleto de empresarios, políticos y diplomáticos.
Leído entre líneas, fue un gesto de respaldo a quien lidera muchas de las estrategias de reconstrucción que se abren después de declaraciones o gestos de Milei. No sólo es con Estados Unidos, sino que sucede algo similar con Brasil y China, primer y segundo socio comercial de la Argentina. No necesariamente todos los movimientos tienen el efecto deseado.
Desde el entorno de Milei reconocen que la intención original fue mostrarse cercano a Trump para tender los puentes necesarios en caso que el republicano gane las próximas elecciones, aunque también admiten que la efusividad del mensaje puede no haber sido del todo prudente.
De todos modos, tanto desde Buenos Aires como de Washington que seguirán con la misma sintonía de estos primeros tres meses de gestión. “Estados Unidos y la Argentina son socios naturales y trabajamos juntos para que esta relación sea lo más beneficiosa posible para ambos países”, resumió ayer el embajador norteamericano. El vínculo continúa y la diplomacia argentina intentará que no haya sobresaltos en los próximos meses.