Alberto Fernández, Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta van a esperar al fin de semana para evaluar la evolución de contagios, la duplicación de casos y la ocupación de camas de terapia intensiva y definir los pasos a seguir de la cuarentena en el Área Metropolitana, que ayer batió récords 48 horas después de la puesta en marcha del nuevo aislamiento flexible. En las administraciones bonaerense y porteña trataron ayer de mostrar cautela una vez que el reporte oficial del Ministerio de Salud marcó números inéditos en ambos distritos: 3.477 en la Provincia y 1.452 en la Ciudad. “Subió, es cierto. Todas las muertes preocupan. Pero veremos la tendencia y el promedio semanal. No analizamos a diario”, explicaron colaboradores del jefe de Gobierno. “Estamos en el pico. Está dentro del margen de lo esperado. Tiene que quedar claro que vamos a tener más casos y más muertes”, deslizaron, por su parte, desde el entorno del gobernador bonaerense.
Tanto en ambos distritos como en la Casa Rosada habían dejado en claro la semana pasada, cuando consensuaron dejar atrás la cuarentena estricta y avanzar hacia una mucho más flexible, con la reapertura de comercios no esenciales en las dos jurisdicciones, algunas industrias en el Gran Buenos Aires y la vuelta del ejercicio al aire libre y más salidas para menores en la Ciudad, aclararon que, en caso de complicarse, volverían a aplicar un freno y a endurecer el confinamiento. Pero se encargaron de machacar, en ese sentido, que los contagios diarios y las muertes, que ayer también fueron récord en todo el país -117-, no eran los únicos índices a los que había que prestarle atención: se refirieron entonces al índice de contagiosidad -R-, la duplicación de casos y la ocupación de camas de terapia intensiva -el parte de este martes marcó 65.4%-. Aluden, además, al aumento en los testeos.
Si bien el porcentaje de camas UTI ocupadas no llega al 70% según ese registro, la concentración de casos y la densidad hace que ese número sea mucho más alto en algunos distritos. En la Ciudad, por ejemplo, hay clínicas privadas y hospitales públicos que empiezan a mostrar una ocupación preocupante. Por ahora no hay previstas reuniones entre el Presidente, el gobernador y el jefe de Gobierno, que sí se mantienen comunicados entre sí casi a diario: el diálogo entre Rodríguez Larreta y Kicillof, vía WhatsApp, es constante. También con Alberto Fernández, que a pesar de que empieza a pensar en los anuncios post pandemia en torno al programa de “recuperación” económica que pule por estas semanas, y cuyo anuncio todavía se cocina a fuego lento en Olivos, sigue con atención la evolución de circulación del virus. Ayer, de todos modos, dedicó buena parte del día a contestarles a los acreedores y a planificar la estrategia de continuidad de renegociación de la deuda, tras el revés que tres comités de acreedores le dieron a la última propuesta del ministro Martín Guzmán.
La política, de todos modos, también empieza a palpar de cerca la circulación del coronavirus. En las últimas horas se sumaron los intendentes Gustavo Menéndez y Néstor Grindetti, de Merlo y Lanús, del PJ y de Juntos por el Cambio. La vicegobernadora Verónica Magario se tuvo que aislar de forma preventiva porque se había reunido con Menéndez algunos días atrás. Grindetti conversó en Olivos con el jefe de Estado y otros dos jefes comunales unos diez días atrás. Hay una secretaria del primer piso de la Casa Rosada a la que también le detectaron COVID. Y la lista sigue. El aumento de contagios de ayer y del lunes enciende las alarmas, aunque tanto en el gobierno bonaerense como en el porteño respondían anoche en que durante el fin de semana hubo una falla en el Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino (SISA) con la carga de datos. “El sábado se cayó el sistema. Ese día, por ejemplo, tuvimos algo más de 1.800 casos”, subrayaron fuentes provinciales.
“Hubo una carga acumulada de casos de una semana atrás en algunos distritos”, abundaron además desde el Ministerio de Salud bonaerense. Lo mismo pasó, agregan en Casa Rosada, en otras provincias. “Los martes siempre hay un pico porque aparece gente que los fines de semana no va a los efectores de salud”, insistieron, en tanto, desde el Gobierno porteño. Lo llamativo es que el récord de ayer, y los más de 200 muertos de las últimas 48 horas corresponden, según las estimaciones, al aislamiento estricto que las autoridades políticas implementaron durante tres semanas para achatar los contagios antes de la flexibilización anunciada el pasado viernes. La pregunta es, entonces, si Fernández, Kicillof y Rodríguez Larreta van a decidir avanzar otra vez en la vuelta a un confinamiento más duro si la curva de casos y la ocupación de camas de terapia empieza a saturarse, después de más de cuatro meses de aislamiento, frente a un evidente hartazgo social y una crisis económica que causa serios estragos.