"Cristina esa vez nos dio una mano". Uno de los operadores de Cambiemos recuerda cómo fue el operativo para dividir, ni bien llegó al poder, al por entonces mayoritario bloque del Frente para la Victoria. Y menciona dos decisiones que tomó la ex Presidenta antes de dejar el poder que fueron clave en esa tarea: la imposición de Héctor Recalde como jefe de la bancada y de Ricardo Echegaray, por sobre el jujeño Eduardo Fellner; como titular de la Auditoría General de la Nación (AGN), dos medidas que irritaron a los gobernadores y que precipitaron la fuga de 17 diputados. El repaso bien vale para tratar de comprender el escenario actual ante el que se enfrenta Mauricio Macri en esta transición, en la que intenta sostener con gestos de autoridad y erigirse como líder de la oposición y, al mismo tiempo, contener a los sectores más desencantados de Cambiemos.
Aunque no faltaron reproches internos, no por el elegido sino por no haber hecho una ronda de consultas entre los legisladores que deben votarlo, por el momento Macri logró controlar bien la tensión: hasta las voces más díscolas hoy admiten que al menos en una primera etapa se mantendrá la unidad. Pero es un antecedente de la discusión de poder que se avecina en el pos macrismo. Es que la Casa Rosada dejó saber entre los legisladores que la idea del Presidente es que el puesto que hoy ocupa el peronista Oscar Lamberto sea para su compañero de fórmula, Miguel Angel Pichetto; mientras que el presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical, Alfredo Cornejo, sostiene que el cargo debe ser para el radicalismo, que en la suma tiene más legisladores que el PRO entre el Senado y Diputados.
"La auditoría le corresponde al radicalismo, no al PRO. Macri está proponiendo gente donde no le corresponde designar", cuestionan cerca del gobernador de Mendoza a sabiendas de las versiones que surgen desde el Gobierno. Y, para despejar cualquier especulación, afirman que todavía no tienen un candidato, más allá de que suena con fuerza el nombre de Jesús Rodríguez, actual auditor. Los números parecen avalar al radicalismo: a partir del 10 de diciembre, la UCR tendrá 63 legisladores (47 diputados y 16 senadores) y el PRO sumará 59 (51 diputados y ocho senadores).
Pero cerca de Macri cuentan a los seis legisladores que ingresarán por acuerdos con partidos provinciales. El tema, si embargo, excede al PRO, donde también hay fisuras: la figura de Pichetto, amigo del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, rival de Cornejo en la interna radical; cuenta con el aval de dirigentes del radicalismo, en especial en el Senado. Y este no es un punto menor. "¿Qué pasa si legisladores radicales quieren a Pichetto?", se preguntan desde el macrismo en el Congreso.
Consultado por Clarín, Gerardo Morales no dio vueltas. "No estoy de acuerdo (con el planteo). Si queremos mantener Juntos por el Cambio, algo tenemos que ceder. No podemos ser mezquinos y quedarnos con todo en la Auditoria, no se puede construir queriendo todo para uno. Ya tenemos dos auditores radicales. No será fácil mantener el frente Juntos por el cambio con 119 diputados y casi 30 Senadores, por eso tenemos que garantizar la participación de todos", sostuvo. Morales tampoco esquivó fijar su posición sobre el candidato. "Apoyo a Pichetto, se merece ese lugar por su aporte en la elección y con el proyecto, más allá de que será una decisión partidaria".
Por lo pronto, antes de la elección, Pichetto negó la versión que lo ubicaba en la AGN con el argumento de que había sido lanzada para "menoscabar la posibilidad del triunfo" de Macri. "Eso decía en ese momento. Ahora es otra historia", replica un funcionario PRO que dialoga casi a diario con el senador saliente. Más allá de cuál sea el final de esta contienda, nadie duda de que va a dejar heridos. "No va a haber rompimientos. El radicalismo va a seguir en Cambiemos, pero queremos otro protagonismo", dicen cerca de Cornejo.